jueves, 13 de junio de 2013

Amamantar, Aprender, Amar - Por Anuska

Hoy os traigo otra experiencia escrita sobre lactancia materna. La ha escrito mi amiga Anuska.



AMAMANTAR, APRENDER, AMAR



No recuerdo en qué momento pasé de alimentar a mi hija, a AMAMANTAR, así, con mayúsculas, con todo lo que ello conlleva. Porque cuando tuve a mi hija en brazos, lo que menos pensaba es que amamantaría durante más de 4 años.

Como la mayoría de las mamás del mundo “moderno”, pocos bebés había visto amamantar.

Me crié viendo biberones por todas partes, oyendo los “tiene que comer cuando, cuánto y como mamá decida”, “los bebés sólo comen y duermen”,  “ hay que dejarles llorar para que no te toreen”. Y las pocas cosas que oía de la lactancia materna eran del tipo “tienen que mamar 10 o 15 minutos de cada teta y cada 3 horas, de lo contrario es que usan tus pechos de chupete”, oía sobre las leches aguadas, las leches que nunca llegan o no alimentan suficiente, la falta de respeto que supone el amamantar en público, etc.

Así que los primeros meses de lactancia fueron casi un infierno tanto para mí como para mi hija. Unos meses que se nos hicieron eternos, pues casi llegaron hasta su primer año de vida. Luchaba entre lo que mi alma me pedía y lo que todos me decían.

Pero mi hija, mi pobre niña, luchadora donde las haya, sabía lo que pedía mi corazón y su llanto se alió conmigo.

Y es que una fuerza indescriptible que salía de lo más hondo de mí, me empujaba a seguir, aún cuando la mayoría de los que me rodeaban sólo veían como solución un biberón. Pero no, yo me negaba, y mi hija me apoyaba con su llanto, pidiéndome a gritos que la escuchase a ella.

Y como la vida siempre teje los hilos correctos, y hagamos lo que hagamos llegaremos siempre al lugar donde realmente queremos estar, aunque no seamos conscientes de ello, de esa misma forma yo comencé a caminar por una senda diferente.

Como he dicho, no sé en qué momento fue, porque la verdad es que no sucedió de la noche a la mañana. Pero la vida puso en mi camino a las personas adecuadas; poco a poco, comencé a escuchar a mi hija, a atender sus demandas, a ser consciente de lo que quería y lo que no, a no callarme sobre mis decisiones, a tapar mis oídos hacia los consejos no pedidos …

Y la lactancia fue el canal perfecto para emprender un nuevo viaje. La lactancia nos ha dado la oportunidad de estar piel con piel muchas veces al día, de estar en un contacto muy estrecho. Descubrí que amamantando, no sólo fluía mi leche, también fluía un amor sin límites. Creamos un lenguaje secreto entre ambas.

Descubrí que amamantar no sólo es alimento para el bebé, es algo más, mucho más. Porque con ese sencillo acto que es que el bebé rodee el pezón con sus labios, obtiene todo aquello que pueda necesitar: alimento, calor, seguridad, confort, olor y proximidad de la madre, cobijo, tranquilidad, … AMOR.

¿Y yo? También yo he sido afortunada con todo lo que me ha aportado. Esos momentos durante la noche, en cama, con mi hija prendida de mi pecho, donde parecía que todo a nuestro alrededor se había detenido. Me ha enseñado a saber disfrutar de las cosas sencillas, de los momentos cotidianos pero no menos importantes. A disfrutar de las cosas pasito a pasito, sin prisas, aprovechando cada segundo. Me ha hecho subir mi autoestima, sentirme más mujer si cabe, el saber que yo podía ofrecer a mi niña casi todo lo que necesitaba. Me ha hecho empoderarme.

A veces me arrepiento de no haberme dado cuenta antes de todo lo que me estaba perdiendo. A veces me arrepiento de que mi hija haya tenido que esforzarse tanto. Pero como todo siempre tiene un porqué, ahora sé que aquel no era el momento. Y nuestro momento llegó cuando tenía que hacerlo, porque entonces comencé a valorar más si cabe todo lo que me estaba perdiendo.

Y hoy puedo decir, sin miedo a equivocarme y desde lo más profundo de mi consciencia, que la lactancia para mí lo ha sido TODO. Ha sido la pieza clave para que el motor de mi maternidad se pusiese en marcha.

2 comentarios:

  1. Gracias por ofrecerme la posibilidad de recordar tantas cosas.
    Te quiero un montón!

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