viernes, 30 de diciembre de 2011

Mi pintor

A Piratilla1 le encanta dibujar y pintar. Mano a mano con mi padre... juraría que ha heredado sus genes puesto que a mi padre le encanta pintar. Le encanta pintar y leer, sus dos grandes pasiones.

Esta nochebuena, "el olentzero" le trajo un lienzo. Y he aquí el resultado:



Os lo enseño, orgullosa no... orgullosísima de mi piratilla. Y aprovecho para realizar mi manifiesto maternal:

Les quiero, les quiero con locura, con pasión, con alegría, ciegamente, apasionadamente, constantemente... porque son lo mejor de mi vida, porque son mi motor y mi ancla y porque como dice mi padre: "hija mía, vuestros hijos son vuestra mejor obra de arte". Sí señor, mis hijos, mi mejor obra.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Mi madre... las madres, nuestras madres

A raiz de una conversación que ha nacido en el foro en el que participo, me voy a animar a escribir la siguiente entrada:

Mi madre. Estaba pendiente, se la debía.

Mi madre...mi madre... esos ojos verdes y esa sonrisa pícara. Cierro los ojos y recuerdo sus manos. A veces si me esfuerzo es cuando más me cuesta volver a los detalles pero sin embargo en el momento más insospechado me asalta una imagen, una voz, una frase, un gesto... un recuerdo.

Hoy, día 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, hubiera sido, será, su cumpleaños. Y desde que se fue, esta fecha no es igual, no significa lo mismo. No hay alegría sino recuerdo y añoranza. Con el tiempo, al menos, ya no surgen las lágrimas, al menos hacia el exterior.

Envidio cuando mis amigas me hablan de sus madres: "quedé con mi madre", "los niños están con mi madre", "llamó mi madre", "me lo regaló mi madre".... y las envidio y se lo digo porque la mía no está aquí ni con nosotros.

Cuantas veces imagino situaciones en las que estamos juntas, generalmente con los niños. Sueño con ella a menudo. Con esa "fatalidad" que envuelve ciertos momentos pienso en lo que no debí decirle y le dije, en lo que no le dije y debería haberle dicho, en lo que cambiaría...

Estareis pensando quizás que las relaciones madre-hija no son siempre son como una desea. Sé que es un tema muy delicado, muy complicado. No siempre es fácil, ni idílico... pero cuando aún tienes a tu madre... al menos es posible.

Mi madre se fue estando yo embarazada de cuatro meses del mayor y desde ese momento siento que se perdió mucha vida y muchas alegrías y siento rencor por ello, rencor hacia la mala fortuna o hacia el destino.

La extraño casi dolorosamente, dependientemente y no solo como hiija, sino como abuela de mis hijos, como mujer y compañera de tribu, como adulta. Sí, la niña que fui la echa de menos y la hija y la mujer y la madre que soy. A ella, tal cual era, con lo bueno, lo regular y lo malo. Con lo que nos unía y con lo que nos hacía discutir. Porque ahora no está, ni estará, porque ahora sé que no hay nada peor que su ausencia.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Felíz Navidad



La foto que os dejo en esta entrada pertenece a la felicitación navideña de la parroquia de mi barrio. Junto al Nacimiento, podeis leer:

"Con hebras del corazón,
le está tejiendo una nana
la Virgen al niño Dios.
¡Ya tiene nombre el Amor!
En el pecho de María
se ha dormido el Redentor."

Navidad 2011

Felices, mágicas y entrañables fiestas para todos. Sed muy felices y disfrutad de los vuestros en paz y armonía verdadera.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Un regalo navideño inesperado - Premio "Nice blog"



Hace tiempo, si alguien me hubiera dicho que me convertiría en esta Mon virtual (forera y bloguera) hubiera puesto cara de poker y me hubiera reido. Hubiera pensado - "¿yo? jamás, no va conmigo."

Sin embargo creo que es bueno evolucionar y cambiar de opinión y eso es lo que me ha traido hasta aquí.

Llevo desde ayer intentando plasmar la ilusión que me hace que Ileana, de Tenemos Tetas me haya otorgado este premio "Nice Blog". Apilo ya varios intentos y borradores, sin que me haya convencido ninguno en absoluto.  No consigo decir lo que pienso como me gustaría. Mientras sonrío no dejo de pensar: ... pero si yo soy chiquita, si mis blogs son chiquitos, pedacitos de mi ser, pero tan chiquitos y humildes como yo.

A Ileana la descubrí por casualidad hace tiempo y me enganchó desde el primer momento. Me engancharon ella, sus palabras, sus pensamientos y lo que consigue con su blog cuando mezcla lo anterior (su corazón, sus palabras y sus pensamientos). La considero "maestra" de mi maternidad puesto que suele abrir mi mente a pensar y a soñar, a preguntarme y a replantearme, a veces conciencia, a veces hombro donde apoyarme.

Que ella premie mis blogs: éste desde el que os escribo como mujer-madre para contar lo cotidiano, lo simple, para relativizar las cosas y desahogarme y El baúl de Mon en el que me convierto en escritora (suena presuntuoso ¿verdad?) significa mucho para mí. Y se lo agradezco infinatemente, de corazón.

Gracias Ileana.

Al aceptar el premio me comprometo a elegir tres canciones y contar un sueño.

Bien, las canciones al final son seis, las mismas que he dejado en la entrada de El Baúl de Mon, también, como allí dejo pendiente la elección de un fado, para otro día:

Every breath you break (The Police / Sting) (con esta canción comenzó mi idilio con Sting)

Ave María de Caccini (me traspasa el alma y me hace llorar siempre que la escucho. Me emociona hasta el extremo.)

Te quiero, te quiero de Nino Bravo (yo que odio cantar, que nunca lo hago de la vergüenza que me da, se la canto bajito, al oido, a mis tres hombres: "te quiero vida mía, te quiero noche y dìa, nunca he querido así...")

One de U2 (trae a mi corazón los recuerdos da un amigo que se fue hace ya tiempo pero que sigue conmigo).

Yves Montand l'âme des poetes (cierro los ojos y veo a mi padre, cantándola).

Viva la vida de Coldplay (porque los días más bajos y tristes, su melodía, me carga las pilas y me llena de energía)



Un sueño:

Puesto que ya he hablado aquí sobre mi sueño de ser escritora, esta vez hablaré de mi sueño como madre. Ver crecer felices a mis hijos. Como mujer, la verdad, también sueño con la felicidad. Con la felicidad con minúsculas, la que se esconde en los pequeños detalles, en lo cotidiano, en el presente. La que muchas veces, por prisas, por preocupaciones, por despiste ni vemos ni sabemos valorar.


Por mi parte, otorgo este premio a:

El blog de Sarai Llamas y su vida con piccolino, que me hace sonreir y además asentir pausada y solidariamente.


El Parto es nuestro. Sus exposiciones, sus reivindicaciones, sus llamadas de atención fueron parte fundamental para que yo abriera los ojos.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Las itis... de nuevo

Toc toc.

Virus: - Sí buenas, mire soy el virus del catarro y paseando yo por los alrededores me topé con Piratilla1, su hijo mayor. Me pareció simpático el chico y decidí autoinvitarme a su casa. Así que aquí me tiene felizmente instalado ya en su nariz, expandiéndome.

(Semana pasada: Piratilla 1, catarrazo de mil pares de narices, nunca mejor dicho, fiebre mocos y tos.
Esta semana. persiste en menor medida algún foco de tos y moco rebelde pero aislado).

Virus: - Esto, buenos días, que digo yo, que con lo bien que se vive en esta casa, que he pensado quedarme unos días más. Pero claro, necesito algún entretenimiento adicional y he pensado en explorar nuevas narices y nuevos cuerpos que haya por estos lares.

(Esta semana, el catatrazo de mil pares de narices lo tengo yo, afonía incluida, no tengo voz, nada; y el pobre Piratilla2 además de mocos se enfrenta a su otitis. Iba a escribir su primera otitis porque mucho me temo que si el talón de Aquiles del mayor es la laringitis, la del pequeño va a ser la otitis). Un día después de escribir esta entrada (hoy es sábado) me toca editar este párrafo porque el pobre piratilla2 se lleva de propina, una conjuntivitis. Ya tenemos pack.

Yo: - "Itis", miren ustedes... ¡váyanse ya!

Tengo que encontrarle la "relatividad" a la temporada alta de itis, que todavía nos queda hasta que la "prima Vera" regrese. De ahí el tono irónico-humorístico, o al menos "intento de" en esta entrada.

Aunque tengo que deciros que me angustia mucho verlos enfermos. Lo paso fatal por muy vanal que sea el "proceso vírico". Y no me vale que me digan que así se inmunizan, no me consuela ni un ápice.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Recordando Navidades del pasado

Hoy me han pedido que recuerde las Navidades de mi infancia:

Si cierro los ojos creo que aún puedo recordar ciertos detalles, ciertas imágenes e incluso olores y sabores.

Cuando era niña las Navidades eran alegres, eran excitantes, eran especiales. Por qué, pues simplemente porque era Navidad.

Recuerdo que me parecían las vacaciones más especiales del año. Que solía desear que nevara, algo difícil puesto que vivíamos en la costa pero yo me empeñaba en desearlo cada año. Unas navidades blancas.

El día de Santo Tomás y los pintxos de chistorra.

Vestirme de casera.Bueno, mi madre nos vestía de caseras. Costumbre.

En mi pueblo además el 24 a la mañana la gente salía a cantar y a pedir el aguinaldo. ¿Se seguriá haciendo?

Recuerdo los viajes a Pamplona en el Renault 6 de mi padre. El puerto de Azpiroz, la carretera y sus curvas (buf que mala me ponía). Los viajes con mi hermana en la parte de atrás del coche, yo siempre dormida para no marearme. Las llamadas de mis tíos para que nos diéramos prisa porque en Pamplona había empezado a nevar y acabarían cortando la carretera. En el puerto.

El cumpleaños de mi madre el día de los Santos Inocentes y las bromas de mi amona (abuela en vasco), mi abuela materna.

Mi abuela materna. La amona (como digo abuela en vasco) es de por sí mi mejor recuerdo. Ella en la cocina, ella mimándonos, ella y sus conversaciones, ella presidiendo la mesa, ella cuidándonos, ella celebrando, cantando. Siempre presente, pilar-matriarcado, todos alrededor de ella y ella uniéndonos a todos, como base familiar, como piedra angular. La recuerdo adornando la casa o escribiendo postales de Navidad.

El hamaiketako con chorizo cocido y carne cocida el día de Navidad y el de Año Nuevo.

Y mi abuela en la cocina, todas las santas fiestas, con todo el berenjenal y una sonrisa perenne.

Cuando fui algo más mayor compraba kilos de postales navideñas y escribía a  todo "pichichi". A un escuadrón de amigos repartidos por la geografía más extensa que os podais imaginar. (Lo de las postales, heredado de mi abuela también).

La lotería de Navidad y los trescientos milloooooooooooooooooones de peseeeeeeeeeeeeeeeeetas. (¿Eran trescientos?)

Las tardes con mi padre, que me llevaba al cine. Aún recuerdo... "Indiana Jones y el templo maldito". Salí enamorada de Harrison Ford... bueno en realidad de Indiana.

Las tardes viendo belenes o las luces en la ciudad. Incluso los escaparates.

Los menús navideños. Las croquetas y los huevos rellenos de mi abuela materna. Más tarde recuerdo a mi madre en ese papel, comprando, cocinando.

Los especiales en la tele de Nochevieja después de las uvas.

Mi madre y sus disfraces. Siempre nos sorprendía en las reuniones familiares con algún disfraz. Se las apañaba con lo que tenía en casa, de aquí y allá, con mucha imaginación y más ilusión que nadie. Era la alegría de la huerta.

Las noches de Reyes, los nervios a la hora de irnos a dormir y los despertares de madrugada. En la familia de mi madre la tradición era levantarnos de madrugada para abrir los regalos y tomarnos algo calentito con algún dulce o turroncillo.

Recuerdo luces, frío, abrigos, guantes, bufandas, gente, reuniones, alegría. Presencias fundamentales mi madre y mi amona. Todo perfecto, claro, visto desde mis ojos de niña, desde la inocencia, desde la magia. Sin dobleces, sin hipocresía.

Sin duda alguna era la mejor época del año.

Gracias Eva, por hacerme recordar.

martes, 13 de diciembre de 2011

Cuando lloras con / por alguien a quien no conoces

Esta entrada no la tenía pensada, ni mucho menos esperaba tener que escribirla algún día. Esta entrada nacce de la necesidad que he sentido de llorar, de gritar y de acompañar aunque sea en la distancia.
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A veces pasa que ser madre te otorga un sexto sentido.

A veces pasa que ser madre te hace más frágil, más empática.

A veces pasa que ser madre "te conecta" con otras madres y sus emociones aunque no las conozcas, ni sean amigas, ni las hayas visto en tu vida (y sepas a ciencia cierta que tampoco las llegarás a tratar). Solo te basta con que alguien te hable de ellas y de lo que están sufriendo. Y en ese instante un mecanismo se dispara, estés a cientos de kilómetros o no sepas nada de ella más que lo que te están contando. La conexión ya está establecida.

Y hoy es lo que me sucede:

Hoy, una amiga tiene el corazón encogido y arrugado y dolorido por la pérdida tan brutal y tremenda que ha sufrido una amiga suya. Y cuando pienso en esa pérdida siento a esa mujer cerca, como si la conociera, como si la comprendiera. El hecho de ser madres es lo que nos une. Porque no quiero ni pensar, ni imaginar, ni intuir cómo me encontraría yo ahora de estar en su situación.

Hoy he llorado pensando en esa madre (y en otras, otras tantas que tampoco conozco pero que de reunirse podrían decir tanto). Sé que no la veré en la vida. Sé que no me leerá pero hoy su tristeza es la mía. Hoy su dolor es ese dolor que yo no quiero sentir jamás, ni de lejos, es ese dolor que acaba de marcar un antes y un después en su día a día, hasta que emprenda su último viaje, en una vida que va a tener que recomponer, que aprender a vivir de nuevo... quien sabe si solo a sobrevivir como cuentan quienes saben de lo que hablo.

Solo acierto a pensar que es una tragedia, que es una pesadilla, que es injusto, que es estremecedor. La mayor bofetada que te puede dar la vida. Llorar a un hijo que se va, un niño en este caso... solo puede traer vacío. Nadie nos prepara para las pérdidas, para las despedidas permanentes pero es aún peor cuando va en contra casi de lo natural, de lo normal. ¿Cómo creer tan siquiera que te puedes llegar a encontrar en tal tesitura? resulta tan ilógico, tan ¿irónico?

Quisiera poder escribir algo a esa madre, quisiera tener el poder de sanar esa tremenda herida que se acaba de abrir, quisiera poder entender el por qué de una injusticia así. Pero no puedo. No hay palabras, ni frases que puedan aliviar semejante pena. No hay nada que se pueda decir y que no parezca inútil y fatuo.

No creo que haya mayor tragedia para una madre que la supervivencia a sus hijos. No lo creo después de haber visto el dolor de una madre despidiendo a su hijo, completamente rota creyendo que ya nada tiene sentido.

Desgraciadamente he sido testigo del dolor que sienten (porque ese dolor no se marcha, permanece el resto de sus días) varias mujeres, en esas situaciones. Cada caso ha sido distinto. Una de esas mujeres despidió a uno de sus hijos siendo éste un joven a punto de terminar su carrera universitaria y con toda una vida llena de promesas por delante. La otra mujer, despidió a sus dos hijos, en el intervalo de un par de años, siendo ya ambos adultos, incluso con nietos (siendo ya los hijos, a su vez, abuelos). Pero da igual, da igual si eran jovenes o adultos, esas madres han sufrido la ausencia de una parte de su propio ser, quedando vacias, yermas. Creo que puedo hasta oir, hasta notar, cómo pudo romperse su corazón para no volver a ser el que había sido. Porque, como dicen, ya nada es igual.

¿Cómo se supera algo así?

¿A qué te agarras si te acabas de quedar sin lo que más te ancla a la vida? De la noche a la mañana. Literal.

¿Cómo encuentras el camino de regreso a la cordura?

Como una "madalena"

Llega la Navidad.

Obvio, no creo que este hecho se le haya escapado a nadie a estas alturas. Estuve intentando pensar una entrada especial acorde con las fechas pero aún no he conseguido nada especial, ocurrente o al menos gracioso. Aun y todo me resisto a no escribir sobre ello:

De la estela navideña, regresan en el horizonte, las cenas familiares y toda una serie de accesorios y complementos varios para llamar nuestra atención (o la de nuestro bolsillo). Estas fechas se visten de vistosas luces, anuncios publicitarios emotivos y pegadizos, villancicos y buenos propósitos. Y  (aquí es donde quería llegar yo con el título) como cada año (no falla), como cada diciembre, una servidora, se pone en “modo madalena” y se emociona con todo alrededor. Y juro que cuando digo todo es todo, desde el ambiente navideño del mercadillo de la plaza de la catedral hasta la función del colegio de Piratilla1.

Se me caen las lagrimillas cuando recibo una felicitación por vía postal, con sobre y sello, como antaño. Cuando recuerdo a mis seres queridos que ya no nos acompañan, cuando veo el anuncio de la lotería nacional, cuando decoro la casa o cuando paseamos con los niños para ver las luces navideñas de la ciudad. Durante las campanadas o la noche de Reyes (que aún me sigue pareciendo mágica a estas alturas de mi vida), verles abrir sus regalos, una música, un gesto, una frase reclamo publicitario especial para estas fechas desata mis emociones exponencialmente y durante las siguientes semanas me dedicaré a esconderme cada vez que se me escapa una lágrima.

Valiente contrasentido el mío, puesto que las fiestas de Navidad me dan pereza (me pasa como con los chales de lana y las perlas, me estoy haciendo mayor y algo asocial). Si bien hace años me encantaban, ahora me encuentro inmersa en sentimientos contradictorios. Por un lado, la alegría delos piratillas ha hecho que estas fechas recuperen la luz que pudieron tener años atrás. No obstante, supongo que a pesar de todo no podré recuperar la magia que sentía de niña.

No sé a qué es debido ni por qué de estas sensaciones, noña que es una, y de lagrimón fácil (debo ser dada al drama), pero llega diciembre y así es como me siento.

Posdata: queda pendiente la entrada sobre mis reflexiones de fin de año, repaso de doce meses.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Compañero

Compañero:

Se acerca Fin de Año y menudo año ¿verdad?

Vamos a despedir un año difícil aunque con momentos muy hermosos, preciosas pinceladas que llegaban como soplos de aire fresco. Difícil para tí, mucho más para tí que para mí, lo sé, lo sé, aunque me haga la ciega y la sorda e incluso la indignada, soy consciente de ello. Mi papel ha sido fácil, tan solo acompañarte, entenderte, ayudarte y no siempre he sabido hacerlo bien. Mi papel era únicamente ser tu compañera y actuar como tal pero a veces he sido una bruja algo cabezona y reblede sin causa. Y en vez de ayudar he incordiado como solo yo sé hacerlo.

Ha sido año de sol y nubes. De lunas llenas y lunas nuevas. De luces y sombras. No has decaido, ni por un solo momento. No has flaqueado, no has dudado. Entre todos te hemos pedido que nos dieras el 200% y lo has hecho. Tranquilo, en silencio, con mil y un gestos. Siempre generoso, dadivoso. Siempre compañero, de mi mano.

Compañero, has estudiado, trabajado, jugado, criado, educado, acompañado, querido... sin tregua, con todo tu ser y todo tu corazón.

Compañero, has visto nacer la vida, la has tenido en tus brazos acunándola y sigues viendo la vida crecer.  Tus vidas, tus hijos.

Compañero, yo sí caí, yo sí me enfadé, yo sí quise parar y bajarme de este mundo en muchos momentos, pensando solo en mi y no en nosotros. Yo sí flaqueé y tú supiste volver a ponerme en la senda. A pesar de que he tropezado cientos de veces en la misma piedra. Siempre dispuesto a levantarme y consolarme, incluso cuando me negaba a ello.

Pero a pesar de los pesares, de mi genio, de mi lado más oscuro, sé, a ciencia cierta sé (lo repito porque es importante) que no puedo ni quiero vivir sin ti. Porque eres mi pilar, mi cayado, mi apoyo. Cierras mi círculo.

Tú y los niños sois mi principio y mi fin.

Por tí, compañero, por siempre. Hasta el adiós final.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Tantos años estudiando inglés

Tantos años estudiando inglés, tantos años de academias y clases particulares... para no entender a Goofy en versión original.

Hoy Piratilla1 se ha levantado con ganas de escuchar los dibujos "La casa de Mickey" en versión original. Quiere aprender inglés porque de mayor va a ser médico y lo va a necesitar (bueno, lo de "quiero ser de mayor" merece una entrada aparte). Y en ésas está.

Y yo me estoy frustrando enormemente porque además de tener un inglés de lo más olvidado en lo más recóndito de mi cerebro y de lo más oxidado,.. no consigo entender ni una sola palabra a Goofy. Tendré que practicar de nuevo "los listening"...

Por cierto, hoy ¡nos vamos de boda!

viernes, 2 de diciembre de 2011

Sueños recurrentes

Últimamente tengo un sueño que se repite a menudo con alguna que otra variante y me intriga si puede tener algún significado.

Vuelvo a ser estudiante. A veces estoy de nuevo en la Universidad, otras veces, como ayer, estoy en el Instituto. Y siempre me sucede lo mismo. Es época de exámenes y yo ni he ido a las clases durante el trimestre, ni me he hecho con ningún libro ni tipo de apunte, ni mucho menos he estudiado. Me encuentro con que llega la víspera de un exámen o incluso la hora de realizarlo (ayer era la asignatura de "lengua") y nada, no he hecho absolutamente nada. Me pongo tremendamente nerviosa, claro, porque sé que voy a suspender.

Lo peor, que no se trata sólo de una asignatura, mi inquietud va en aumento porque me pasa lo mismo con el curso entero. Es más, conforme sigue el sueño me hago consciente de que mi problema aumenta ya que llevo acumuladas varias asignaturas pendientes de cursos anteriores.

Me siento culpable, porque no les he contado nada a mis padres y éstos ignoran mi situación. Y esa sensación persiste durante todo el rato hasta que me despierto.

Los pensamientos que tengo durante el sueño son angustia, miedo, fracaso, culpabilidad. No he sido responsable y suspender va a ser la consecuencia. Mi condena será la vergüenza cuando mis padres se enteren.

Me pregunto por qué sueño tan a menudo con este tema, por qué se repite y por qué siempre con las mismas sensaciones. He llegado a soñar que me volvía a matricular de mi propia carrera y que a mitad de la misma, en tercer curso por ejemplo, recordaba, de repente y desconcertada, que yo ya la había terminado tiempo atrás.

En fin... sueños... la verdad es que mis sueños suelen ser para escribir sobre ellos... Seguro que volveré a tocar este tema en algún otro momento.