Nuestro universo hogareño se vuelve aún más del revés si cabe.
Y es lo que está sucediendo estos días.
Creo recordar (no soy demasiado amante del género de terror porque lo paso de pena y luego no consigo dormir en días) que en las películas sobre vámpiros la primera advertencia que se hacía era que uno no entraba en casa salvo que se le invitase. Pues con los virus pasa igual.
Piratilla1 es el pobrete que generalmente los trae a casa (niños-cole-temporada otoño invierno igual a temporada alta de -itis). Pero los virus, como genuinos invitados no deseados, no tienen suficiente con conseguir que Piratilla1 esté pocho unos días, sino que deciden aposentarse unos cuantos días más y atacar al resto de la familia.
Capitán Pirata se suele quedar los catarros y yo parece que siento debilidad por los que te machacan el estómago: dícese gastroenteritis por ejemplo (como la que mi pobre cuerpo maltrecho sufre desde ayer).
Piratilla2, de momento, parece que se inclina por los mocos, aunque con siete meses que cuenta actualmente es demasiado pronto para acertar con sus inclinaciones (o más bien puntos débiles) al respecto.
Dicen que poco a poco, cada año, cada curso, se inmunizan mejor y vas dejando atrás estos malos ratos. Yo no veo el momento para que suceda porque el tema de las enfermedades, por vanales que sean, lo llevo mal mal mal.
Y en estas estamos... de -itis y fuera lloviendo. Buena combinación para detestar cada año más el otoño-invierno.
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