El relato sobre una experiencia personal en lactancia materna que os copiaré enseguida es para mí un relato muy especial. Una mamá, tres hijos, tres experiencias como ella misma explica. Curiosamente no nos hemos visto la cara nunca, como dice otra "amiga virtual", Nohemí Hervada, "no nos hemos puesto piel".
L. es una amiga virtual con la que conecté desde el principio. He "vivido" con ella la crianza de sus tres hijos y me manda este relato, justo esta semana que celebramos la SMLM 2013, toda una señal.
L. es una amiga virtual con la que conecté desde el principio. He "vivido" con ella la crianza de sus tres hijos y me manda este relato, justo esta semana que celebramos la SMLM 2013, toda una señal.
Gracias L.
Me pides que escriba sobre
mi experiencia con la lactancia materna, y aunque lo pienso, no sé por donde
empezar. Han sido 3 lactancias distintas, cada una totalmente diferente a las
otras. Pero, si pienso despacio en ello, siempre voy a lo mismo, a los recuerdos de mi primera vez, a la experiencia vital que
supuso para mi la lactancia de mi primera hija, al HORROR de aquellos meses, a
las lágrimas vertidas en aquel tiempo, y que aun ahora corren por mis mejillas
al recordarlo. Porque, sí, a pesar de que ya han pasado 5 años, aun recuerdo
como si fuera ayer el fracaso de mi lactancia con mi hija, la noche que le di
su última toma de pecho, la inmensa tristeza que sentía y que me embarga ahora
en estos mismo momentos que escribo estas palabras.....
Pero empecemos por el principio.
Nada más nacer mi hija,
me la pusieron sobre la barriga; allí, en postparto, fue reptando poco a poco
hasta lograr engancharse a mi pecho. Todo parecía ir fenomenal hasta que, sin
previo aviso, mi hija se soltó del pecho y vomitó sangre abundante. Fue un
tremendo susto, pero por suerte vi que al soltarse del pecho, de este salín
unos chorrillos de sangre. Se lo comenté a la matrona, que me habló de la
existencia de una alteración de la mama que se llamaba papiloma ductal y que
podía ser la causa. Me dijo que no me preocupara y que pusiera a mi hija al
otro pecho. Pero nuestra sorpresa fue enorme cuando instantes después se
repitió la misma escena. Ahí ya vi que la matrona ponía cara de sorpresa y la
cosa empezó a preocuparme. Vinieron los ginecólogos, que no supieron darme una
explicación, y las siguientes 48 h de ingreso en el hospital, las pasé
intentando poner a mi hija al pecho, para que estimulase la salida de leche,
entre visita y visita de ginecólogo. La niña, al tragar la sangre vomitaba, y
había que darle biberones. Los ginecólogos no sabían que me pasaba y me dijeron
que tenía que suspender la lactancia porque era necesario hacerme una
exploración completa de mama para descartar un cáncer. Salí del hospital con
unas pezoneras y unas pastillas para retirar la leche en una mano, y los
biberones en la otra.
Pero me negaba a creer
que antes de empezar ya se había fracasado. Me parecía que era mucha
coincidencia que un cáncer apareciese justo en el momento de dar a luz. Y dada
mi cabezonería, me negué a tomar las pastillas y me di un margen de 3-4 días.
Durante esos días, me dediqué a sacar sangre con el sacaleches, para estimular
la subida de la leche, mientras lloraba y veía como mi hija iba tomando
biberones. Pero la constancia dio su fruto, poco a poco aquello que salía del
pecho comenzó a volverse más lechoso, cada vez iba saliendo más leche y menos
sangre, hasta que por fin, conseguí sacar leche sin sangre.
Pero entonces comenzó la
siguiente batalla. No conseguía enganchar bien a mi hija, y la única manera de
conseguir que tomase el pecho era mediante las pezoneras. Aunque sabía que no
eran recomendables no encontraba la forma de que se agarrase al pecho sin
ellas, así que seguí utilizándolas. Al principio todo parecía ir de lujo, me
hija engordaba bien y toda iba estupendamente. Pero mi alegría no duró mucho,
porque pronto mi hija empezó a dejar de ganar peso. Consulté con la matrona,
que no me ayudó mucho (por no decir que más bien no hizo nada) y con los
pediatras, cuya única solución fue: dar biberones. Así que con la ignorancia de
aquella época sobre lactancia materna, empecé de nuevo con los dichosos
biberones. Poco a poco la cantidad de biberón fue en aumento, y mi hija se
retorcía, se arqueaba y cada vez se negaba más a tomar el pecho. Esto me
suponía nuevos llantos y angustia total, por no ser capaz de amamantar a mi
hija como era mi deseo. Finalmente, después de mucha lucha, me rendí. El día
que mi hija cumplió 5 meses le di por última vez el pecho.
Aún hoy veo perfectamente
el momento de la última toma, nunca podré olvidarlo.
Después decidí aprender
todo lo que pude sobre la lactancia, y en mis 2 siguientes hijos he podido
vivir una experiencia distinta, nunca fácil, pero si exitosa y placentera. Con
mis otras dos lactancia he pasado por múltiples mastitis, por grietas y sobre
todo por agotamiento total cuando llegaban las 20-21 h de la tarde y mis hijos,
ambos, se enganchaban al pecho y ya no se soltaban hasta 2-3 horas después
durante los primeros meses de vida. He tenido que aguantar el bombardeo
constante de comentarios poco agradables que se suele hacer en estos casos a
las madres que optamos por la lactancia materna exclusiva. He renunciado a
muchas cosas: cenas con los amigos, viajes en pareja, teatro.... por tener a mis
niños colechando y en barra libre nocturna durante los últimos 4 años entre
ambos niños. Y sin embargo......siento la total satisfacción de haber
amamantado a ambos más allá del año, he podido ver sus caritas de placer cuando
ven que te desabrochas la camisa, he podido comprender como la lactancia
materna es mucho más que un simple alimento, y he podido aprender el don de la
paciencia, el de la entrega total a tus hijos, el de la disponibilidad
inmediata....
Es tanto lo que me han enseñado y lo que hemos compartido que no
existen palabras suficientes para describirlo.
Todavía me queda por
delante un último paso, el destete de mi hijo pequeño. Ya tiene 21 meses y creo
que ha llegado el momento. A veces pasa el día sin tomar nada, otros se acuerda
y toma varias veces, pero siento que esto no puedo durar mucho más. A veces
incluso aunque me lo pide se coge al pecho cinco segundos y enseguida sale
corriendo a jugar con sus hermanos. Se que me va a dar pena, también me la dio
con sus hermanos. Pero el recuerdo de estas 3 experiencias perdurara por
siempre conmigo.
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