Apenas he estado activa en el blog durante estos meses veraniegos. El tiempo, los días, las semanas, exclusivamente para ellos y por ellos. Sin prisas y casi sin pausa también. Pero sobre todo sin prisas, despacio, en modo "slow".
Ha sido, está siendo un GRAN VERANO. Y me he dado cuenta de que es un buen momento para observar a nuestros hijos. Con tranquilidad, con tiempo, con los ojos bien abiertos.
Este tiempo de sol, de tiempo libre, da para mucho, nos ha dado para mucho.
Con mi hijo mayor he comprobado que se me hace "mayor" a pasos agigantados pero que por otro sigue con sus miedos y su sensibilidad a los ruidos fuertes. Aun habiendo mejorado mucho hay situaciones que le han desbordado y debo decir que le entiendo porque a mí también aunque como adulta tragara y mantuviera el tipo.... (a duras penas).
Sigue sintiendo miedo de los bichos. No los soporta, le aterran y lo mismo es que el insecto en cuestión sea una mosca que una avispa. Ha sido un handicap estos meses y ya no sé cómo conseguir que ese miedo no lo atrape del modo en que lo hace.
En cuanto a los ruidos, como os he dicho en otras ocasiones, es un niño que siempre ha sido muy sensible a los ruidos fuertes (característica de los bebés y niños de alta demanda, aprovecho para recordarlo).
Pasó muy mal rato durante el desfile de las fiestas del barrio de Gracia en Barcelona. Disfrutó muchísimo recogiendo caramelos y viendo caballos y los "castellers" pero todo cambió con la llegada de los "trabucaires" (yo también, lo admito, a duras penas podía mantener el tipo y aparentar una tranquilidad que no sentía). Aquellos disparos al aire, de los trabucos, fueron demasiado. No pudo tolerarlos bastante antes de que llegaran a nuestro lado y ese momento lo pasé con él dentro de la estación de metro, calmando su llanto nervioso.
No fue el único. En el hall de la estación había otro niño en situación similar y su madre, como yo misma, intentando calmarle. Ambos pasamos mal rato. Él peor que yo, claro, pero por mi parte, es duro verle sufrir así. He de confesar que ver que no era el único sí me consoló un poco.
Curiosamente mi hijo pequeño, en la misma situación, ni se inmutó. Los vió pasar tan tranquilo.
Por otro lado hemos tenido una suerte inmensa con el tiempo y hemos disfrutado muchísimo de la playa.. Y aquí es donde sí le he visto avanzar en su miedo al agua (al mayor). Aún no ha aprendido a nadar pero se ha bañado muchísimo, con seguridad, con alegría, con serenidad. ¡Y se me caía la baba al verle disfrutar así!
...¿Y qué puedo decir del pequeño? crece, ya lo creo que crece. Se ha soltado muchísimo al hablar, aunque aún sigo siendo su traductora principal. Ha disfrutado a tope del verano, de la playa, del verano, de la vida. Sí, de la vida porque todo le viene bien. Es un "echao palante", arrojado, valiente, siempre en movimiento. Ha descubierto el patinete y el monopatín y la tabla de "puf" (de surf). Ha disfrutado de su primer viaje en tren y en metro. Es increíble lo observador que es y como se come la vida con una intensidad que envidio. Siempre sonriente.
Confirmación: Por muy hermanos que sean, son como la noche y el día.
Ojalá pudiéramos seguir en este "stand by" un tiempo más.... Me da mucha pero que mucha pereza la llegada de septiembre, la verdad.
¿Lo he escrito yo? Los bichos, los ruidos, disfrutar por fin en el agua......parece mentira que haga tanto tiempo que no nos vemos y sin embargo nuestras vidas siguen un ritmo paralelo.
ResponderEliminarBien por los logros de nuestros grandes y por el entusiasmo de los peques.
Hola Mónica,
ResponderEliminarya estamos de vuelta en casa.
Ya sabes, nuestros hijos mayores siempre en paralelo y por lo que me cuentas durante este verano también.