Ya lo decía mi buen amigo Aristóteles:
"la virtud está en el medio". El término medio.
Así de simple y de sencillo. Cuestión de equilibrio, de armonía, ¿no? De una lógica aplastante.
Curiosamente es de las pocas cosas que aún recuerdo de mi carrera universitaria.
Como madre cada vez me cuesta más encontrar o asentarme en ese equilibro. En el plano teórico lo tengo todo más o menos ordenado, sopesado y aceptado pero en la práctica tengo la sensación de vivir siempre inmersa en el ojo de la tormenta perfecta, aquella película que protagonizó George Clooney,
Has de ser padre equilibrado, virtuoso. Ni autoritario, ni permisivo. Has de encontrar el equilibrio en su nutrición, en su sueño, en sus hábitos, en su educación.
Ese medio está ahí, es tangible. Te "ayudan" estudios, profesionales, expertos.... todo ello en el plano del papel y la tinta, de los estudios y baremos, las estadísticas y las muestras.
Pero la paternidad, léase paternidad y maternidad, por favor, es compleja. La abrazan factores complejos que completan su tela de araña. Interviene quien fuiste, quien eres y saberlo. Cómo te criaron y cómo sientes tú ahora que te criaron, cómo te afectó. lo que quieres repetir, lo que no, lo que repites y te gusta, lo que repites y no quieres. Tus deseos, tus miedos, tus frustraciones, tus anhelos, tus ansias por ser buen padre. Y enfrente, o junto a ti, él o ellos.... con su carácter, su forma de ser, sus sueños, sus ansias, sus alegrías, su personalidad.
¿Existe "El Equilibrio"? ¿Cuál es tu equilibrio? ¿Y el mío? ¿Y el mío es el mismo que el tuyo? Obviamente habrá unas bases comunes para todos pero como siempre insisto...amplia suele ser la gama de grises en la que nos movemos las personas.
¿Existe "El Equilibrio"? ¿Cuál es tu equilibrio? ¿Y el mío? ¿Y el mío es el mismo que el tuyo? Obviamente habrá unas bases comunes para todos pero como siempre insisto...amplia suele ser la gama de grises en la que nos movemos las personas.
A veces me pregunto cómo hubiera sido mi vida sin hijos. Mi padre siempre me contesta que me hubiera perdido una parte fundamental en mi vida, él lo llama "una dimensión esencial". Y su teoría se sustenta que los hijos son los que realmente te enseñan a no ser egoísta.
Yo creo que simplemente hubiera sido diferente...salvo que ellos, en mi caso, sean mi equilibrio, mi virtud, por más que yo no la consiga encontrar. Y quizás se trate de eso. Aunque por otro lado, seguiré buscando ser una madre virtuosa, por más difícil que sea.
Con perdón de tu amigo Aristóteles, que en mis tiempos mozos se me indigestó con sus silogismos, pienso que el término medio no siempre es lo más saludable. En lo que a sentimientos se refiere, puede que la virtud esté en el medio, pero el valor a veces reside en los extremos: ser capaces de amar hasta que duela, de demostrarlo sin reservas, de vivir cada día como si fuera el último y de querer como si la vida fuera eterna.
ResponderEliminarEn cuanto al equilibrio, considero que existen muchas maneras de alcanzarlo, a veces esas "ayudas" a las que haces referencia pretenden trazarte una línea imaginaria, que separa lo bueno de lo malo, y que deberías recorrer pasito a pasito, "langsam und sicher", despacio y con seguridad, como decía mi abuela, para no salirte jamás de ella.
Pues no, yo creo que a veces alcanzas ese equilibrio haciendo media entre dos extremos: la vida no es una monótona sucesión de pasos en línea, es un lienzo que pintamos con nuestras vivencias, algunas veces con pinceladas diminutas y otras a brochazos.
El equilibrio es el resultado de esa dualidad, cuando nos comemos la cabeza pensando si no deberíamos ser más estrictas en eso y más blandas en eso otro, es la armonía que surge de una miríada de piezas de Lego diseminadas por todo el salón. Puedes alcanzar el equilibrio caminando en línea recta o subiéndote a un columpio: en el segundo caso, irás para adelante y para atrás, e inevitablemente pararás en ese punto medio, y además habrás disfrutado del aire y del sol ;)