Cuando tenía unos siete u ocho años, en mi clase (colegio religioso de solo niñas) jugábamos a un juego que consistía en lo siguiente:
Dibujabas en un papel un recuadro en el que quedaban huecos para cuatro opciones por cada lado del recuadro. En un lado ponías la edad a la que te casarías, en otro lugares para vivir, en otro el coche que conducirías y los hijos que tendrías.... Ya no recuerdo la dinámica, cosas de la edad.... me parece que elegías al azar un número, comenzabas a contar, ibas tachando hasta que te quedabas con las respuestas finales.
En aquellos tiempos.... in illo tempore.... me imaginaba a mí misma casada a los 20 años (mi ejemplo era mi prima más mayor que se casó a esa edad) trabajando como "ejecutiva" (como si supiera exactamente lo que hacían las ejecutivas aunque en las películas siempre eran estupendas, cultas, bien vestidas con taconazos y aires resueltos y seguros), viviendo en el extranjero (bueno esa idea me duró muchos años y aún es el día que la pienso.... siempre me gustó Canadá) y con cuatro hijos (con dos me conformo.... el tercero.... se queda en una quimera).
Fui creciendo y pensé que me había hecho ya mayor.... había terminado la carrera y aunque en ella habían quedado estancados algunos sueños y proyectos, nacían otros... Llegó la capital y una vida laboral que tejer....
Y resultó que me hice más mayor.... se abrieron heridas sentimentales que cicatrizaron y mi vida laboral resultó ser un camino sinuoso y sin aliciente.... y entre "pitos y flautas" llegó mi primer hijo y mi vida dió una voltereta completa.... y doble salto mortal con caida hacia delante.... Puso mis sueños, mis proyectos, mis convicciones y mis principios patas arriba y cuando ya creía que no podía haber más giros mi segundo hijo me puso "el plus" que yo no imaginaba.
Así que ahora que soy mayor y mamá he descubierto que la vida son las cosas sencillas y simples y mi mayor reto no perder la paciencia, no gritar, saber negociar mejor que nadie y ver la vida desde un trampolín que desconocía.... los ojos y la mente de dos niños.
Y ya no soy ejecutiva.... nunca lo fui lo sé.... ni voy encima de unos taconazos.... pero sigo creyendo que la lección más importante que estoy asimilando es aprender a bailar bajo el agua.
Hay días, como ayer, en los que parezco tener una especial facilidad para que todo me salga torcido, incluso para sentirme torcida yo misma.... y ver que no doy pie con bolo. Son días en los que me gustaría poder volver hacia atrás para borrar actos y frases.... Y hay días como hoy donde despúes de ver que realmente amanece de nuevo y además resulta que amanece bonito.... mi vida tal cual es perfecta para seguir creciendo y observando y disfrutando.
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