Hoy me han pedido que recuerde las Navidades de mi infancia:
Si cierro los ojos creo que aún puedo recordar ciertos detalles, ciertas imágenes e incluso olores y sabores.
Cuando era niña las Navidades eran alegres, eran excitantes, eran especiales. Por qué, pues simplemente porque era Navidad.
Recuerdo que me parecían las vacaciones más especiales del año. Que solía desear que nevara, algo difícil puesto que vivíamos en la costa pero yo me empeñaba en desearlo cada año. Unas navidades blancas.
El día de Santo Tomás y los pintxos de chistorra.
Vestirme de casera.Bueno, mi madre nos vestía de caseras. Costumbre.
En mi pueblo además el 24 a la mañana la gente salía a cantar y a pedir el aguinaldo. ¿Se seguriá haciendo?
Recuerdo los viajes a Pamplona en el Renault 6 de mi padre. El puerto de Azpiroz, la carretera y sus curvas (buf que mala me ponía). Los viajes con mi hermana en la parte de atrás del coche, yo siempre dormida para no marearme. Las llamadas de mis tíos para que nos diéramos prisa porque en Pamplona había empezado a nevar y acabarían cortando la carretera. En el puerto.
El cumpleaños de mi madre el día de los Santos Inocentes y las bromas de mi amona (abuela en vasco), mi abuela materna.
Mi abuela materna. La amona (como digo abuela en vasco) es de por sí mi mejor recuerdo. Ella en la cocina, ella mimándonos, ella y sus conversaciones, ella presidiendo la mesa, ella cuidándonos, ella celebrando, cantando. Siempre presente, pilar-matriarcado, todos alrededor de ella y ella uniéndonos a todos, como base familiar, como piedra angular. La recuerdo adornando la casa o escribiendo postales de Navidad.
El hamaiketako con chorizo cocido y carne cocida el día de Navidad y el de Año Nuevo.
Y mi abuela en la cocina, todas las santas fiestas, con todo el berenjenal y una sonrisa perenne.
Cuando fui algo más mayor compraba kilos de postales navideñas y escribía a todo "pichichi". A un escuadrón de amigos repartidos por la geografía más extensa que os podais imaginar. (Lo de las postales, heredado de mi abuela también).
El hamaiketako con chorizo cocido y carne cocida el día de Navidad y el de Año Nuevo.
Y mi abuela en la cocina, todas las santas fiestas, con todo el berenjenal y una sonrisa perenne.
Cuando fui algo más mayor compraba kilos de postales navideñas y escribía a todo "pichichi". A un escuadrón de amigos repartidos por la geografía más extensa que os podais imaginar. (Lo de las postales, heredado de mi abuela también).
La lotería de Navidad y los trescientos milloooooooooooooooooones de peseeeeeeeeeeeeeeeeetas. (¿Eran trescientos?)
Las tardes con mi padre, que me llevaba al cine. Aún recuerdo... "Indiana Jones y el templo maldito". Salí enamorada de Harrison Ford... bueno en realidad de Indiana.
Las tardes viendo belenes o las luces en la ciudad. Incluso los escaparates.
Los menús navideños. Las croquetas y los huevos rellenos de mi abuela materna. Más tarde recuerdo a mi madre en ese papel, comprando, cocinando.
Los especiales en la tele de Nochevieja después de las uvas.
Mi madre y sus disfraces. Siempre nos sorprendía en las reuniones familiares con algún disfraz. Se las apañaba con lo que tenía en casa, de aquí y allá, con mucha imaginación y más ilusión que nadie. Era la alegría de la huerta.
Las noches de Reyes, los nervios a la hora de irnos a dormir y los despertares de madrugada. En la familia de mi madre la tradición era levantarnos de madrugada para abrir los regalos y tomarnos algo calentito con algún dulce o turroncillo.
Recuerdo luces, frío, abrigos, guantes, bufandas, gente, reuniones, alegría. Presencias fundamentales mi madre y mi amona. Todo perfecto, claro, visto desde mis ojos de niña, desde la inocencia, desde la magia. Sin dobleces, sin hipocresía.
Sin duda alguna era la mejor época del año.
Gracias Eva, por hacerme recordar.
Sin duda alguna era la mejor época del año.
Gracias Eva, por hacerme recordar.
Ains, aquí otra que acaba de escribir una entrada sobre recuerdos de Navidad... ¡Lo que ha dado de si ese post, jajaja!
ResponderEliminarBesos.
Me ha encantado, yo llevo unos días pensando en un post parecido, me trae mucha nostalgia pensar en las Navidades de mi infancia, en mi padre... Desde hace años la Navidad para mi perdió sentido, pero con la llegada de la peque creo que quiero que ella tenga los mismos maravillosos recuerdos que tengo yo, sólo por eso me vuelve a ilusionar la Navidad. Un abrazo!
ResponderEliminarYo también he pasado un tiempo peleada con la Navidad... pero llegaron los peques y volvió la magia. Ahora vuelvo a disfrutar con ellos y gracias a ellos.
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