Hoy quiero hablaros de una sensación que tengo cuando me encuentro con determinadas personas. Cuando me encuentro con ellas y disfruto de su compañía.
Características como la dulzura, la empatía y la generosidad son parte esencial del carácter que derrochan. Son lo que reflejan. No son fáciles de encontrar, pero existen, están ahí y cuando se convierten en parte de tu vida son un regalo.
Mujeres risueñas de voz suave, hombres nobles de palabras justas.
En mi caso, he tenido la inmensa suerte de que se crucen en distintos momentos de mi vida varias de esas personas, virtuales y "presenciales". Hoy quiero hacer hincapié en las que conozco en persona. Aquellos amigos que a lo largo de lugares y etapas han estado, están y estarán. Gente con la que cada vez más me gusta estar, por lo que contagian con su forma de ser.
He de decir, que desde que soy madre son "mujeres mágicas" las que he tenido la fortuna de cruzarme. A veces ese enjambre de mujeres, esa cadena, se convierte en tribu, en un círculo. Otras veces aparecen de una en una, de manera aislada. En ambos casos siempre pienso lo mismo, se convierten en un soporte de manera silenciosa, sin que te des cuenta.
Bien parece que son personas nacidas para dar, para darse, sin esperar nada a cambio. Y consiguen que piense que así rodeada no hay necesidad de bajarme de este mundo que a veces no entiendo.Y tan acostumbrada estoy a saberlas a mi lado que creo que no les digo lo suficiente lo que agradezco su presencia y lo importantes que son para darme la energía positiva y vital que tanto necesito y que me sirve de empujoncito muchas muchas muchas veces.
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